¿Dónde está tu tarta?

 

Un verano me leí en la piscina “Las mujeres inteligentes acaban ricas: 7 pasos para conseguir tu seguridad financiera y alcanzar tus sueños” de David Bach.

No soy más rica desde entonces.

Quién sabe, quizás no soy lo bastante inteligente para serlo.

Lo gracioso del libro fue que, a la madre del protagonista en la ficción, le estaba pasando lo mismo que a mí en la vida real:

Todas nuestras amigas se estaban divorciando, y tras el divorcio se daban cuenta de que estaban arruinadas.

En el libro, el protagonista le pregunta a su padre por qué ocurre esto, y su padre le responde:

“Las mujeres no suelen estar implicadas en las finanzas familiares. Así que, cuando llega el momento de repartir la tarta, no saben cuánta tarta hay que repartir, y a veces ni siquiera saben dónde está la tarta”

Querido lector, ¿sabes dónde está tu tarta?

La tarta es tu patrimonio personal.

Abundan las personas convencidas de que no tienen un patrimonio personal, porque no tienen 5 casas o una cuenta en el banco con muchos ceros.

Su error está en pensar que la tarta la forman solamente, el dinero y las propiedades.

Pero esta tarta, es mucho más.

Es nuestro tiempo (ése que no podremos recuperar), nuestro talento (el que nos hace únicos), nuestro esfuerzo personal (ese que nos deja agotados), son nuestros desvelos, nuestra salud…

Personalmente, me da mucha rabia comprobar cómo, a menudo, las personas a las que económicamente les va mejor son aquellas que han convencido a su entorno de que su tarta importa más que la de los demás.

No pueden perder el tiempo, porque su tiempo es más importante.

Por eso, recurren al tiempo de los demás.

No pueden pagar gastos comunes, porque su dinero está para costear sus proyectos personales.

Por eso, te piden que pagues con el tuyo.

Esto hace que su tarta siga creciendo y creciendo, que cada vez tenga más pisos y más sabores.

Mientras, las tartas de los demás se vuelven minúsculas e insignificantes.

La buena gente del mundo necesita una masterclass de “Gestión de la bondad” para hacer frente a estas criaturas egoístas y avariciosas. 

He visto suceder esto muchas veces. Especialmente en chicas. Y siempre es voluntario. Algo así, como una “autoexplotación económica por razones sentimentales”.

Nos emparejamos y alegremente sacrificamos nuestra independencia económica en el altar del amor romántico.

¡A mí esto me indigna!, yo es que, a esta gente explotadora del tiempo, del dinero, del talento ajeno, es que la prohibiría la entrada en los restaurantes, la impondría una orden de alejamiento de la gente honesta. Es más, la metería a presión en una lanzadera espacial, y la mandaría a colonizar algún exoplaneta de alguna galaxia lejana más allá de Orión.

¡Defiendan su tarta! No dejen que nadie meta en ella la cuchara sin su consentimiento, y con su consentimiento, tampoco.

En los malos tiempos, no pierdan de vista su tarta. Y en los buenos, vigílenla aún más porque se sentirán espléndidos, y eso siempre tiene mucho peligro.

Jamás alardeen de ella, y en lo posible, mantengan en secreto sus ingredientes y sus dimensiones.

Igual que las tartas se conservan mejor en frio, los patrimonios personales se conservan mejor con cautela, perfil bajo, y poca difusión.

Por último, nunca duden de que, en este asunto, como en tantos otros, el mal existe.

Y que, como Elvis, sigue vivo.

 

Queridos lectores, la música es importante en mi vida. De hecho, en el "mundo muggle" trabajo en una orquesta sinfónica. Lo cuento en "Pregúntale al oráculo!".

Por eso, quiero ponerle una banda sonora a este texto, la de la película "Ratatouille", el ratoncito chef, porque escribí esto escuchándola. En especial, el tema "El festín ".

Esta música me encanta porque en algunos acordes me recuerda a los discos de jazz de los maravillosos Stéphane Grapelli y Djanjo Reinhardt.

Paris, siempre Paris. Y ahora más que nunca porque ahora tengo allí a 2 ratoncitos

Empecé a escribir “¿Dónde está tu tarta?” para leerlo en una sesión de la actividad Lunes de Lecturas a la que me invitaron en julio de 2025, en Valladolid. Y va dedicado a Kristine Guzman (@KrisGuz), en agradecimiento por ser siempre una lectora maravillosa y una artista que me inspira.

 De ella fue la idea de incluir la imagen de Elvis, que sigue vivo no lo duden, con su tarta de bodas. La foto me gusta tanto para el artículo, que aún sigo preguntándome cómo no se me ocurrió a mí (suspiro). Muchas Gracias, Kristine por tu generosidad y por compartir tu talento y tu buen gusto con esta escritora. Sabes que soy fan.

📷 Tarta. Fuente: Pinterest

📷 Boda Elvis y Priscilla cortando la tarta. Fuente: Cordonpress. Divinity.es



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