¡Pregúntale al oráculo!
Cada vez que me invitan a un vino español, yo sé que
pasaré un mal trago.
Visualicen
conmigo la puesta en escena de un vino español cualquiera. Llego al lugar, y
copa en mano me dirijo a una persona desconocida para intentar entablar una
animada conversación. Después de un par de frases de cortesía, me preguntan a
qué me dedico. Respondo que trabajo en una orquesta sinfónica.
Este,
es mi momento favorito porque al pronunciar las palabras “orquesta sinfónica”,
es como si pronunciara un hechizo que transportara a mi interlocutor al maravilloso
mundo de la música, a El Concierto de Año Nuevo en Viena, al escenario adornado
con cientos de flores recién cortadas, al público llegado de todos los confines
del mundo puesto en pie aplaudiendo a rabiar durante minutos interminables.
Me
encanta este momento, pero sé que se trata de algo efímero, que durará tan solo
unos segundos, y que yo tengo que prepararme para responder a la temible
siguiente pregunta del guion. Esa pregunta es… ¿y tú qué instrumento tocas?
El
dinero - respondo - yo toco el dinero, soy la contable de la orquesta.
De repente, al
pronunciar la palabra “contable” compruebo, una vez más, cómo el hechizo
del maravilloso mundo de la música, se rompe.
Es
verdad, que la orquesta sigue tocando, pero los músicos ya no interpretan
valses de Strauss, sino una melodía mucho más misteriosa que anuncia la
aparición en escena de un oráculo, una gran adivina digna sucesora de la más
grande pitonisa de la antigüedad, “La Sibila de Cumas” …. y así, envuelta en
una maravillosa túnica griega, entre una densa niebla de vapores, y portando en
las manos unos libros, aparezco yo.
Esos
libros son los famosos libros sibilinos que contienen todas las respuestas
sobre el pasado, el presente, y el futuro de la economía.
¡Mis
vinos españoles, son una especie de consultorio, donde lo mismo me preguntan
por criptomonedas, que atiendo consultas sobre hipotecas inversas, donaciones, incluso…
planes de fuga de capitales a Portugal!
En
todos estos años, ya supondrán ustedes que he oído de todo, y que, como
consecuencia, se me ha ido quedando una cara de susto permanente.
Ojos saltones, voz
susurrante, y una expresión entre misteriosa y pensativa.
¡Podríamos decir que tengo, algo así, como una cara de oráculo!
Y, por cierto, acierto
bastante.
Les aconsejo que, si
alguna vez coincidimos, no pierdan la ocasión de preguntarme algo...
Gracias a este relato
fui seleccionada para participar en el Seminario de Escritura “Entre un prólogo
y un epílogo: una vida” organizado por La Casa Museo Cervantes de Valladolid y
la Escuela Superior de Arte Dramático de Castilla y León (ESADCYL) en mayo de
2025. Mis profesores fueron José Manuel Mora, Javier Hernando, y Elia Muñoz, los 3 hicieron
de este seminario una experiencia maravillosa.
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